Todo en el Universo tiene su propia vibración y todos tenemos un sonido propio que varía según el estado de salud físico y mental. Según el principio de resonancia una mayor potencia y pureza transfiere sus cualidades a cualquier vibración menor o disonante que se encuentre en su radio de acción.
Durante estas sesiones de grupo, se les invita a estar tumbados. Primero, la relajación se guía verbalmente. Su objetivo es crear un espacio donde la interiorización y la relajación puedan tener lugar a su propio ritmo. Esta fase de preparación es fundamental para luego recibir los sonidos y vibraciones de los gongs y cuencos tibetanos.
Por la vibración del sonido el cerebro es capaz de generar neurotransmisores y liberar endorfinas (hormonas del bienestar) restaurando la armonía con efectos positivos más allá de la sesión.
El sonido estimula la creatividad y la claridad de pensamiento situando a las personas en la misma onda, lo cual facilita la comunicación en caso de conflicto.
Se reserva un momento al final de la sesión para compartir la experiencia vivida o simplemente para aprovechar este apacible momento.